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La cárcel de bebes

Por: Ronnie Huete Salgado*

La instauración de los modelos económicos, según la economía de las grandes corporaciones internacionales en la región de Centroamérica, sumado al entorno de la guerra silenciada que vive, Guatemala, El Salvador y Honduras, son parte de los puntos álgidos que diseñan el éxodo humano hacía los Estados Unidos, y que ha desembocado en el inhumano encarcelamiento de bebes en el Centro de McAllen, en Texas, donde los niños son separados de sus padres.

Washington DC, 20 de junio de 2018. El terrorismo de Estado provocado por el crimen organizado, el narcotráfico y las democracias incipientes del triángulo norte de América han provocado un nuevo éxodo de centroamericanos, hacía los Estados Unidos de América (EUA).

Guatemala, El Salvador y Honduras, son los países, cuyos habitantes deciden huir de sus estados, poseídos por las nuevas guerras del siglo XXI y las injerencias extranjeras neocoloniales vestidas de “desarrollo económico” con sus políticas de extractivismo de los recursos naturales, entre otras violaciones a la soberanía.

Padres de familia, junto con sus hijos y esposas, toman el riesgo de viajar vía terrestre y sin visado pasando por los peligros que ha generado el narcotráfico en el territorio de México.

Al llegar a la frontera, mantienen firme la esperanza de que los EUA los reciba mediante la petición de un asilo político, debido a la extrema violencia desatada en sus países, pero el obstáculo es mayor a esta petición de auxilio internacional.

Los centroamericanos que inmigran vía terrestre hacia los EUA, están en su pleno derecho humano internacional, de solicitar asilo según lo establece el artículo 14 de la Declaración universal de los derechos humanos.

Y es que la política en los países del triangulo norte se ha desbordado en el fracaso, y como consecuencia de ello, la ingobernabilidad, el estado de terror, entre otros factores políticos, obligan a sus habitantes a huir de sus territorios.

Según el Centro de Investigación Pew (Pew Research Center) a nivel internacional más de ocho de diez migrantes nacidos en El Salvador Guatemala y Honduras viven en los Estados Unidos.

Para el año 2015, “Pew Research Center” calculó que tres millones de inmigrantes procedentes del triángulo norte, vivían en los EUA y la cifra sigue en aumento, pese a las políticas de tolerancia cero, que la administración de Donal Trump tiene contra los inmigrantes que cruzan sin visado y vía terrestre, la frontera entre México y los EUA.

Hace tres años, el éxodo de menores no acompañados fue el titular de medios de comunicación internacionales, uno de esos niños ahora ha cumplido 18 años, pero mantiene fresco el recuerdo de estar encerrado en un enorme contenedor helado conocido como “hielera”.

Según los testimonios de varias entrevistas efectuadas, estos contenedores helados, se improvisan celdas con alambre, en donde encierran con llave a menores de edad, incluso hasta recién nacidos que son separados de sus padres, literalmente son cárceles para bebes en donde son custodiados por oficiales de migración, mientras se decide el estatus legal de los niños.

 «Salí de mi país porque las pandillas querían reclutarme, y me obligaban hacer cosas que yo no quería” me mencionó el adolescente, a quien llamaremos “Jonatan” por razones de seguridad.

Nacido en Centroamérica, “Jonatan” relata que la noche que decidió emprender su viaje al “sueño americano” no se despidió de sus padres, ya que una reconocida pandilla de su país le seguía para matarlo.

“Me querían matar porque ya no quería obedecer a la pandilla, tuve que huir, solo tenía 50 dólares y con ese dinero pude llegar solo hasta México” describió “Jonatan” con su mirada observando hacia el cielo, como agradeciendo a dios por haberlo salvado de la muerte.

Una vez en México, “Jonatan” deambuló sin rumbo, durmió en las peligrosas calles de la capital mexicana y su única compañía eran los cartones que el mismo improvisó como una cama y cobija, tirado en una de las metrópolis más grandes del mundo.

“Por la mañana pedía para comer y de noche buscaba refugio en la calle” afirma con la vos entre cortada, el aun adolescente que tenia en ese entonces 15 años.

 La seriedad en el rostro de “Jonatan” denota el sufrimiento que vivió, para huir y así sobrevivir a la violencia en Centroamérica, nunca sonrió en la entrevista, pero se mantuvo firme al narrar los hechos.

 “Camine mucho por México, gracias a dios encontré gente buena que me ayudó a llegar a la frontera” puntualizó “Jonatan”, quien pensaba que la pesadilla de su viaje terminaría al llegar a los Estados Unidos, pero apenas comenzaba.

En una de las fronteras “Jonatan” describe que un oficial de inmigración lo capturó y lo llevo a un enorme contenedor helado conocido como “la hielera” en donde estaban muchos niños que como él habían abandonado a Centroamérica, huyendo de la violencia y de la guerra no declarada que vive el triángulo norte.

“No recuerdo cuanto estuve ahí, porque para mí el tiempo era todo igual, encerrado en la hielera” afirmó “Jonatan” cerrando por un momento sus ojos, para recordar esa imagen de terror psicológico, que le ocasionó estar privado de su libertad, siendo un niño de15 años para poder salvar su vida.

“Jonatan” respira profundo, deja de recordar el camino amargo que sufrió para llegar a los Estados Unidos, ahora a través de sus familiares en los EUA, logró regular su estatus legal, actualmente esta realizando sus estudios de secundaria y estudia inglés.

Como cualquier adolescente, “Jonatan” vive a través de sus sueños, y espera ingresar a la universidad para aportar en el crecimiento de su nuevo país de acogida, los Estados Unidos.

“Una vez un compañero de mi escuela me dijo que lo habían echado de su casa, a lo cual yo me reí, y le respondí; a mi me echaron de mi país” narró “Jonatan” con la ironía que caracteriza a un chico de su edad.

Con 18 años, “Jonatan” aún no comprende el entorno injusto que se vive en estos tiempos de la “cultura del terrorismo”, como llama el escritor estadounidense Noam Chomsky a las políticas exteriores de su país.

Nuevamente a mediados de 2018, los noticieros internacionales retumban en los sumarios noticiosos, narrando que más de un centenar de menores de edad han sido separados de sus padres, al cruzar la frontera terrestre de México sin ningún visado y que se han creado centros de detención para bebes, que han sido separados de sus padres.

En estas cárceles para bebes, se les brinda una manta térmica a los menores de edad y colchonetas tiradas al suelo del enorme contenedor helado, en donde son recluidos los bebes.

Los padres de estos menores son privados de libertad por haber cruzado la frontera terrestre entre México y los Estados Unidos, sin ningún tipo de visado.

Estos hechos remarcan el terrorismo de Estado, provocando la globalización de este, sin importar sexo, religión o edad, convirtiéndose en una historia cuya espiral se vuelve más larga y tediosa, en el contexto del respeto universal a los derechos humanos y en la nueva cosmovisión humana, de quien esparce el terror en el mundo.

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